el conflicto entre el Gobierno y el campo parece acentuar cada día que pasa la división entre los gobernadores identificados con la Casa Rosada. Cuando la presidenta Cristina Kirchner hizo un discurso ante una multitud reunida en Plaza de Mayo el 1ø de abril, el oficialismo exhibía un frente casi monolítico. Pero desde entonces empezaron a aparecer las fisuras, con gobernadores y dirigentes de peso del PJ que se animaron a plantear sus diferencias, como Carlos Reutemann y Jorge Busti.
La decisión de varios gobernadores de abrir canales de diálogo con los dirigentes rurales no cayó bien en la Casa Rosada, que anima una estrategia de congelamiento desde el fracaso de las negociaciones.
Pero en una muestra de su distanciamiento con la Casa Rosada, el gobernador cordobés, Juan Schiaretti, recibió a los dirigentes ruralistas nacionales. Quien sorprendió fue el entrerriano Sergio Urribarri, un kirchnerista incondicional. Sometido a presión por las movidas de Busti, su rival interno en la provincia, difundió un comunicado en el que reconoció que negocia cambios en el sistema. Mientras que el bonaerense Daniel Scioli y el tucumano Jorge Alperovich exhibieron su afinidad con Cristina y Néstor Kirchner.
En mi opinión, lo sucedido es algo obvio en nuestro país. Los políticos argentinos cambian de ideología todos los días, según les convenga. Lo único que me parece bien es que por lo menos algunos pocos cambian su parecer a favor del campo, poniendose en contra a la "doña". Si cada provincia recapacitara e hiciera algo para que logremos llegar al diálogo, quizas sería más fácil para lograr encontrar una solución a éste gran problema que nos incumbe a todos.
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