Panorama de la ganadería

Con un mercado interno estable donde las caídas en el consumo per cápita de carne registrada en los últimos años son compensados con el crecimiento demográfico, la producción de carne se

mantuvo más o menos estable, con ciertas variaciones, provocadas principalmente por las subas y bajas en los precios, y también en la competitividad económica que ofrece la agricultura.

Hoy el escenario en que le toca desenvolverse al país agropecuario es totalmente distinto. Si bien el auge agroexportador actual tiene a los granos de cereales y oleaginosos como protagonistas fundamentales, también es promisorio el panorama a mediano y largo plazo para el sector ganadero, más aún so se tiene en cuenta la reciente devaluación del peso frente al dólar y la ausencia de aftosa desde ya bastante tiempo.

Mercados internacionales

La integración con Brasil a partir de los acuerdos del Mercosur, afectará no solo a la pampa húmeda y al NEA, sino a todo el país ganadero. Terneros y novillos que hasta hoy tenían como destino Salta, Tucumán o Mendoza probablemente sean derivados a Brasil o Paraguay, dejando a aquellas provincias sin la carne que usualmente adquirían.

Si se es consciente de lo que puede significar el pueblo de Brasil con 150 millones de habitantes como potencial consumidor de carne no existen dudas de que un stock de 53 millones de cabezas significan muy poco para garantizar una disponibilidad de animales para la recría y engorde con destino de carne para exportación e incluso para el consumo interno.

Si a ello le agregamos lo que significa los nuevos mercados antes mencionados que surgen como consecuencia de la nueva erradiación de la fiebre aftosa en Argentina, nos estaríamos enfrentando a una situación bastante preocupante tanto en lo que concierne al stock ganadero como a la eficiencia de la producción.

El nuevo paradigma en que se desenvuelve la economía nacional e incluso la mundial caracterizada por aumentos de los gastos estrcuturales y disminución de ciertos gastos o costos operativos hace que la intensificación de los sistemas de producción se constituya en una importante herramienta para aumentar la productividad y disminuir los de producción. En estos procesos de intensificación la innovación y adopción tecnológica se torna fundamental para lograr el aumento de eficiencia buscado.