lunes, 26 de mayo de 2008

El debate

La protesta del campo puso en evidencia una concepción antagónica del poder sustentada por el Gobierno nacional. En general, este tipo de concepciones identifica al oponente como un enemigo al que hay que eliminar y no como un adversario de legítima existencia. Nuestras sociedades viven y permanecen en conflicto, están muy lejos de ser sociedades conciliadas. El sentido de una política democrática no es suprimir la división, sino mantener la unidad en un contexto de conflicto y tolerancia a la diversidad, en donde se maneje de manera diferente la oposición "ellos" y "nosotros".

En la lógica democrática, el principio de regulación y resolución del conflicto debe ser siempre el mismo: la utilización de medios pacíficos y la vía de los acuerdos.

La palabra y la comunicación son una condición fundamental de toda sociedad democrática. La contraposición "oligarquía versus gobierno popular" sólo puede conducir a peligrosos desencuentros, también la obstinación del campo. En situaciones de conflicto, la voz del Estado deber ser serena, tranquilizadora, nunca áspera o crispada, en cuanto debe ser causa de unión de la comunidad política. Las pasiones, los intereses, y los comportamientos, tanto del Estado como de los sectores rurales, no pueden ser objeto de intransigencia, ni pueden convertirse en intercambio desenfrenado de manifestaciones de poder.

La crisis que golpea nuestro presente ha extendido la audiencia que reclama una distribución justa de la coparticipación y ha constituido un nuevo actor social, los autoconvocados del campo. Uno de los problemas más importantes de la democracia argentina consiste en transformar el Estado fiscal centralizador en un Estado federal equitativo de la distribución de los recursos fiscales entre la Nación y la Provincias, en vista de una mayor autonomía provincial y local.

No hay comentarios: